lunes, 2 de septiembre de 2013

El fenómeno de la sociedad “facebookeada”


Que Facebook se haya transformado en uno de los grandes fenómenos de Internet de los últimos años es indiscutible. Hoy es un sitio valuado en miles de millones de dólares y genera una gran parte del tráfico en el medio. Pero más allá de la radiografía financiera y aplicativa que pueda generar, está en la sociedad el punto más inquietante de esta red social.

No es la herramienta en sí lo más llamativo del asunto, porque en definitiva se trata de una serie de utilidades unidas en un solo lugar: blog, fotolog, chat, página personal y foro de discusión. Tampoco me voy a detener en resaltar lo increíblemente fácil que se les hizo a las agencias de inteligencia agrupar tanta información en una sola base de datos ¡y entregada por las propias personas! que va desde el árbol genealógico hasta la marca y color de los calzoncillos preferidos. Es lo que ha causado en la gente y cómo ésta se comporta lo más inquietante.

De más está decir que generalizar no suele ser del todo correcto y está claro que no todo el mundo actúa de la misma manera, pero existen una serie de conductas manifiestas que son dignas de detenerse a analizarlas.

“Levante”
Uno de los usos más frecuentes que se le da a Facebook en realidad tiene origen en aquellos años de IRC en donde la gente se reunía a la noche principalmente para chatear con el objetivo de conocer a una posible pareja o simple aventura. El “levante” comenzó a ser más sencillo estando detrás de una computadora, pues el abanico de posibilidades se hace más grande, se puede indagar más y en menos tiempo y no es necesario perfumarse ni mirarse a los ojos. La moda pasó posteriormente al ICQ, MSN y todos los mensajeros que pelearon por liderar ese interesantísimo mercado. La gran cantidad de herramientas agrupadas de Facebook facilitaron este trabajo debido a que la gente puede acceder a las fotos de la persona, observar si tienen conocidos en común, ver en qué trabaja y de acuerdo a todos los datos recabados obtener un informe final que nos permita aceptar concretar o no una cita.

Expresión de sentimientos.
La gente tiene necesidad de expresarse de una u otra forma. Ya sea por falta de comunicación en el hogar, el exceso de stress laboral o la ausencia de seres queridos cerca, es indudable que para las personas es menester hacerse expresar con frases como “estoy cansado, quiero que se termine el día”, “¡ánimo que la vida te sonríe!” o “los que no dicen las cosas en la cara son todos unos cobardes” y esperar a que alguien los oiga. Puede ser una simple forma de descargar un conflicto interior o tan solo un divertimento, lo cierto es que a partir de este comportamiento se plantean preguntas como ¿Facebook es una solución a la soledad o la potencia? ¿Qué es lo que nos lleva a tener que decir cómo nos sentimos? ¿Nació una “sociedad virtual” absolutamente paralela a la real? Y en este caso, ¿es igual, peor o mejor que la real?

El complejo de “Rockstar”
En este caso Facebook simplemente funciona como un medio más. A lo largo de los años diferentes oficios y ambientes fueron los proyectados por la gente para hacerse famosos. El concepto de “rockstar”, aquel personaje que salta a la fama en muy poco tiempo haciendo lo que le gusta, accediendo rápidamente a la fortuna, diversión, sexo, casas, autos, vicios y “biografías no autorizadas” se puede observar en la red social. Muchas personas compiten para ver quién tiene más “amigos” (curiosa forma de llamar a alguien al que sólo hemos visto alguna vez en la vida. La ingeniería del marketing de la web debe haber elegido “amigos” por sobre, por ejemplo, “contactos” porque la palabra debe trabajar en el inconsciente de una manera más receptiva o agradable a otros términos), y necesitan etiquetarse en cuanta foto aparecen. ¿Qué nos lleva a necesitar hacernos famosos? ¿Nos hemos preguntado por qué queremos llegar a la mayor cantidad de “amigos” posibles, sabiendo que apenas conocemos a un porcentaje de ellos? ¿Creemos que trabaja como “un juego” y que en realidad esos “contactos” virtuales no son reales?


Espiar a los demás
Éste es un claro ejemplo de cómo actúa psicológicamente un concepto que se confunde entre lo virtual y lo real. Cuando uno plantea que existen numerosas personas que emplean la red social para espionaje, en modo virtual suena hasta divertido e inocente, pero lo cierto es que si uno lo trae hacia la realidad, que de hecho es donde estamos y todo sucede -por más que suene estúpido recordarlo a veces hay que hacerlo-, enciende una luz roja. Las ex-parejas lo hacen para controlar a sus ex, los padres para controlar a sus hijos, los enamorados para conocer todos los secretos de las personas de las que están enamoradas, los empleadores para ver si su futuro empleado tiene cosas que ocultar y así sucesivamente. Si yo no contrato a un detective privado para que investigue a una determinada persona -no por economía si no por principios-, ¿por qué soy capaz de crear una cuenta falsa y hacerme pasar por otro para hacerlo? ¿Nos hemos sentado un segundo para reflexionar nuestro proceder? ¿Es normal nuestro comportamiento (pregunta un tanto engañosa porque quizá “normal” esté más cerca de lo que vivimos en lo virtual que en lo real)? En el caso de una persona que “espía” a la otra de la que está enamorada, cuando finalmente se encuentran, ¿conoce a la virtual, a la real o es la misma?

Potenciar lo que no soy
En muchos casos el perfil de la persona no se condice del todo con la persona en sí. Esto es porque suele existir una magnificación de quien somos realmente. Por ejemplo, en la “foto de perfil” ponemos una imagen alterada con Photoshop (la cambiamos a blanco y negro para que no se note tanto la enorme nariz, publicamos sólo de rostro para que no se vea que somos gordos, mostramos la parte de nuestro cuerpo que más nos agrada como los ojos claros, etc.). Quizá exista una influencia natural de los distintos medios de comunicación, como las revistas en donde salen todas las fotos alteradas digitalmente, o los videos musicales en donde una simple mujer parece una diosa perfecta. También suelen ocultarse datos como la edad, profesión o estado civil. Curiosamente se plantea si el que más se magnifica en Facebook lo hace porque sabe que es real y el que se muestra más abierto lo hace porque cree que es sólo virtual. También surge la inquietud que uno puede llegar a engañar en la red social porque muestra inconscientemente la proyección de lo que a uno le gustaría ser y que en realidad no lo es.

…y otras yerbas
Obviamente Facebook puede ser utilizado para fines más prácticos o netamente comerciales. Por ejemplo, hoy es un medio de información extremadamente ágil y es perfecto para hacer estudios de mercadeo, pero también lo son los celulares y los buscadores en la web, así que en esta oportunidad prefiero apartarlos del tema.

Reflexiones y conclusiones
Para ser franco debo decir que son miles de inquietudes las que me surgen a partir de analizar el comportamiento humano en Facebook, y hoy son mucho más que las respuestas, por lo que seguramente seguiremos hablando al respecto. Pero probablemente para muchos resulte el inicio de un debate que no se tenía en cuenta.

Posiblemente las diferencias de comportamiento entre Facebook y la vida diaria se deban a lo que puse en la mira anteriormente: la confusión entre un mundo real y uno virtual. Los medios digitales han llegado a un punto en donde insertaron en una especie de nebulosa “lo que hacemos virtualmente” y “lo que sucede”. Por ejemplo, los videojuegos siempre fueron polémicos. Primero surgieron desde aquel PacMan hasta el Carmageddon (juego en donde manejabas un auto y debías atropellar y matar gente para sumar puntos), y luego aparecieron los juegos para participar en línea, como el Counter Strike (grupos de terroristas y policías de elite) y el Second Life (una vida paralela en internet). De aquí salen dos de las cuestiones interesantes con las que guardan relación con Facebook: 1) Cuando uno está delante de un monitor le cuesta entender que lo que hace afecta de alguna manera a quien lo recibe. Es decir, hay gente del otro lado. 2) En la vida real no atropellamos gente por diversión, pero en un juego sí. ¿Nos damos cuenta de todo esto? Cuando en un juego como el Second Life -en donde participamos virtualmente pero con gente real- somos, por ejemplo, mafiosos y asesinamos personas, ¿lo hacemos porque en lo real tenemos un lado oscuro? ¿Nos intriga saber cómo es comportarse mal en la sociedad? ¿Nos divierte? ¿Nos genera alguna clase de placer?

Resalto siempre esta reflexión entre lo virtual y lo real porque pueden servir como soporte para otras preguntas. Por ejemplo, si en Facebook publico una foto en donde estoy con un grupo de amigos en un boliche, y hasta etiqueto a todos los integrantes de la imagen, ¿imprimiría varias copias de esa foto y las pegaría en todos los postes de luz de mi barrio, poniendo nombres y apellidos? ¿Me gustaría ser observado por cientos de personas saliendo al jardín de mi casa en piyama, recién levantado, a buscar el diario? ¿Llamo a cada uno de los internos de la empresa en donde trabajo para decirles que tal día voy a estar cenando en tal lugar?

Quiero volver a un punto que ya mencioné a la pasada pero que lo veo muy  interesante. ¿Facebook nos hace más sociables o menos sociables? Si yo mañana me dedicara pura y exclusivamente a la red social, aún teniendo mil contactos, ¿me aparté por completo de la sociedad real o me acerqué aún más a ella? Habiendo meditado nuestras propias diferencias de comportamiento que podamos llegar a tener en Facebook con la vida real, ¿el comportamiento de la sociedad real es el mismo que el de la sociedad virtual? ¿Es lo mismo que uno sea mucho más sociable en la virtual que en la real? ¿Estamos creando una especie de mundo paralelo o es el mismo y simplemente el virtual en un futuro terminará topándose y hasta aplastando al real? También una especie de “subtema” tiene que ver con los familiares. En Facebook como si nada comenzamos a hablar con familiares con los que hacía años no hablábamos, ni siquiera para desearles felices fiestas por teléfono. ¿Facebook nos da una especie de “redención” al respecto?

La palabra “soledad” se ve en cada rincón de la red social. Antes la persona salía de su casa y durante varias horas no volvía a comunicarse más que con el cajero del banco o el kiosquero que le había guardado el diario. Ni hablar del hombre que salía a trabajar en el campo y durante largas horas se encontraba solo en el medio de la nada. La llegada de distintas tecnologías, como los celulares con SMS, cambió la forma de vivir. Desde un colectivo se envían mensajes como “Este loco nos va a matar a todos” o en una larga cola de cine “Si esto sigue así recién voy a entrar a la sala cuando salga la segunda parte de la película”. Ni hablar de los gritos de socorro que un sábado a la noche algún solitario pueda llegar a hacer: “Estoy solo y aburrido”. ¿Existe un “exceso de expresión”? ¿Necesitamos decir lo que pensamos y sentimos todo el tiempo porque no nos soportamos a nosotros mismos o a la rutina que llevamos? El decir lo que sentimos, ¿implica hacerlo esperando que alguien nos oiga o lo hacemos simplemente para descargarnos? De los 500 contactos que tenemos orgullosamente, ¿cuántos de ellos nos oyen realmente y cuántos responden activamente? ¿De qué nos sirve tener 500 contactos si son siempre los mismos 3 amigos y 2 familiares los que nos escuchan?

Indudablemente otra cuestión interesante además de “expresarse” pasa por el “cómo”. Puedo decir que a mí también me suele suceder que a veces me expreso más y mejor por un medio digital (chat, email, etc.) que en la vida real, y quizá se deba a lo mismo que planteábamos antes: uno no alcanza a medir la repercusión de sus palabras en un chat como sí lo hace cara a cara. De pronto no cuesta nada mandar al demonio a una persona, o un padre puede hablar mucho más abiertamente con su hijo por chat. ¿Cuántas personas dejan frases como “X te amo” en Facebook y nunca se lo dicen a la cara? ¿Cuáles son los conflictos internos que nos llevan a costarnos expresarnos cara a cara? ¿Es porque le tenemos miedo a la otra persona y en Facebook no? Además de la seguridad inconsciente que nos da esta confusión de lo virtual y lo real, ¿la distancia, nos da una sensación de seguridad?

Hablando de seguridad, en estos tiempos de inseguridad como en los que vivimos en este país en donde instalamos complejos sistemas de alarmas, enrejamos toda la casa, observamos cuando volvemos con el auto que no haya desconocidos merodeando el garaje, andamos sin billeteras, preferimos tener un auto más simple no porque no podamos pagar un coche de lujo si no para evitar que nos roben, aprendemos defensa personal, cruzamos a la vereda que tenga luz, no hablamos con desconocidos, etc., resulta irrisorio el comportamiento de la gente en Facebook. Se publican fotos de las casas en donde salen todos los bienes que poseemos (LCD, equipos de audio, etc.), publicamos todos los datos personales (nombre real, dirección, teléfono, etc.), mostramos en forma pública todos nuestros contactos, incluyendo los familiares resaltados, indicamos si vamos a estar o no en casa en tal fecha porque nos vamos de vacaciones o tal día porque salimos a cenar, y hasta publicamos ¡con mapa y todo! que estamos en un determinado lugar. Es decir que aceleramos días y días de investigación de posibles víctimas de robos, hurtos y espionaje por nuestra propia voluntad. Este comportamiento destaca una vez más la enorme diferencia que inconscientemente poseemos entre lo virtual y lo real. ¿Por qué habría de pegar un papel afuera de mi casa que diga “Me fui por 15 días” o “voy a buscar a mi hijo que sale a las 17? No quiero con esto resaltar la paranoia constante en la que vivimos, sólo digo que si evito que mi barrio se entere que estoy de vacaciones, también lo quiero o debería hacer en la red social.

Una de las tantas interrogantes que me planteo es si Facebook es la sociedad utópica que todos deseamos y que hemos generado virtualmente debido a la enorme distancia que hoy hay entre la sociedad real y la que alguna vez proyectamos en nuestros sueños. En Facebook compartimos más, tenemos más contactos, nos expresamos más abiertamente y participamos más en actividades que van desde una encuesta hasta la ubicación de perros de la calle. Pero también mentimos, engañamos y desarrollamos más todos nuestras debilidades, como la necesidad, deseo y ansiedad por ver que una determinada persona se conecte, querer conocer más de una persona antes que hacerlo personalmente (aún sabiendo que no puede darnos del todo el panorama real), etc.

Está claro que Facebook no es más que una herramienta que refleja lo que somos pero en muchos aspectos en forma desproporcionada en comparación a lo real y al menos por ahora. En todo caso son sus creadores y desarrolladores que continúan mejorándolo quienes idearon un medio perfecto para ver el comportamiento de la sociedad, o al menos parte de ella. De lo que debemos tomar conciencia es que lo que hacemos en Facebook afecta a las personas con quienes estamos conectados.


Fuente: http://lucasraffablog.wordpress.com/2011/05/01/el-fenomeno-de-la-sociedad-facebookeada/

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