Antes de ayer se cumplió el aniversario de un evento que marcó el devenir de la historia de la humanidad: el desembarco de Normandía. Este hecho, y posteriormente las bombas atómicas en Japón, marcaron lo que sería conocido como el "inicio del fin de la Gran Guerra". Una contienda que dejaría una Europa despedazada, un EE.UU como claro vencedor hegemónica y una U.R.S.S. que veía, con una mezcla de sorpresa y orgullo, que tenía espacio en el mundo.
Ese espacio que la Madre Rusia reclamó para sí fue el de némesis del capitalismo. Allá donde hubiese un librepensador que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para enriquecerse sin importar el coste de sus acciones, la U.R.S.S. ofrecía una alternativa comunitaria y funcional que buscaba el bien común y no el del individuo.
Este hecho, buscar el bien común por encima del propio, se tradujo en la arquitectura soviética a través del constructivismo y la racionalidad. Tendencias que habían nacido después de la revolución bolchevique pero que fueron reavivadas en la Guerra Fría para reafirmar la identidad nacional y diferenciarse del "enemigo capitalista". En este sentido podemos encontrar edificios como la Academia de Ciencias de Moscú, la casa de los Soviets de Kaliningrado, el Ministerio de Carreteras de Georgia, el Centro de Rehabilitación de Dombai o los complejos de viviendas del Estado en San Petesburgo. Edificios recios y magnánimos que recuerdan a la arquitectura de los Zares aunque su función sea una totalmente diferente.
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Tal vez no seamos conscientes de ello pero la arquitectura nos define como sociedad y como pueblo, nos influye más de lo que creemos. Estar rodeado de bloques de hormigón, de colmenas rectangulares, de construcciones funcionales donde el espacio es una función moldea el carácter de las personas. Como seguramente moldeó el de un joven trabajador del Centro de Computación Dorodnicyn, Alexei Pajitnov, quién hoy hace 30 años publicó el mundialmente conocido Tetris.
Vadim Gerasimov tiene varias versiones del Tetris original en su web
Su nombre se debe a la combinación del prefijo numérico griego tetra, ya que todas las piezas tienen cuatro cubos, y tenis, que era el deporte favorito de Alexei. Fue programado en un Electronika 60, ordenador eminentemente soviético, y más tarde fue portado por Vadim Gerasimov a PC. A partir de ahí el juego creció en popularidad expandiéndose, como si fuera un vídeo de gatitos en la época actual, por todo Moscú. La infección ya se había producido.
Y tal fue el contagio que en Julio del 86 llegan varias copias del juego a Budapest donde es portado a Apple II y Commodore 64 por programadores húngaros. Tal vez fueran los azares del destino los que quisieron que en aquel momento y en aquel lugar se encontrara el presidente de Andromeda, una firma británica de software, que quiso licenciar la versión de PC directamente de Alexei Pajitnov y los ports de otras plataformas de los húngaros que los habían hecho.
Tal era el ansia de Robert Stein, presidente de Andromeda, por sacar partido de su nueva adquisición que incluso antes de contactar con la Academia o con Pajitnov ya había vendido los derechos de explotación de Tetris en máquinas que no fueran arcade o portátiles a Mirrorsoft UK y su afiliada norteameriacana, Spectrum Holobyte. Así fue como este modesto videojuego se convirtió en el primero en ser exportado de Moscú a EE.UU.
En el CES de Las Vegas del 88 Henk Rogers conoció el Tetris por primera vez
Corría el año 1988 y las guerras por los derechos de licencia de Tetris se sucedían, una detrás de otra, en varios puntos del planeta. Desde Moscú hasta Los Angeles, pasando por Paris y Londres, media docena de compañías decían poseer las licencias que les permitían explotar la marca y el videojuego Tetris. En EE.UU, el jefe de Nintendo America en aquel entonces, Minoru Arakawa, quiso que el videojuego acompañase el lanzamiento de la futura Game Boy, aún en desarrollo, y pidió a Henk Rogers, quien tenía los derechos en Japón, que hiciera lo que fuera necesario para ello.
Llegados a este punto la historia adquiere tintes de novela negra de espías, con vuelos directos a la capital soviética por parte de tres personajes con derechos sobre el videojuego, el propio gobierno comunista licenciando los derechos e, incluso, Sega sacando una recreativa de Tetris en Japón. Sin embargo lo que resulta más interesante de ese período es el hecho de que justo antes de salir la Game Boy al mercado, en Abril del 89, Sega lanzó una versión para Mega Drive que tuvo que ser retirada de inmediato debido a la amenaza de fuertes acciones legales.
Se comenta que tan solo quedaron de tres a ocho copias en todo el mundo. Y una fue vendida en eBay hace tan solo tres años por 1 millón de dólares. Y lo más curioso de todo es que la copia estaba firmada por Pajitnov y se encontraba en Hostalric, provincia de Barcelona.
Lo que ha sucedido con Tetris y su popularidad es por todos conocidos: éxito rotundo desde que salió junto con la Game Boy. Todos hemos jugado, sufrido y frustrado con su adictiva dificultad, pero una cosa ha quedado por encima de todas las cosas: su música. La popular melodía que todos recordamos cuando pensamos en el videojuego es una adaptación del prolífico compositor Hirokazu Tanaka de la canción popular rusa Korobeiniki. Se han hecho multitud de adaptaciones a todo tipo de géneros pero sin duda yo me quedo con esta versión orquestada, sublime.
Nintendo vendió 8 millones de copias en NES y 33 millones en Game Boy
Es posible que, como yo, hayas desistido antes de llegar a la máxima puntuación. Es lógico, un niño de 8 o 9 años no tenía por qué pasar por el infierno antes de tiempo. Sin embargo hay gente que lo ha conseguido y el final es, desconcertante, por decirlo de alguna manera. Hasta donde yo se, hay dos finales en la versión de Game Boy (con dos tipos diferentes de cohetes), y un final alternativo en NES donde aparecen varios personajes de Nintendo bailando.
Este videojuego vivió un inicio lleno de problemática legal que por suerte no influyó en su éxito, el cual se consolidó gracias a su sencillez. Algo por lo que abogaban los arquitectos rusos: funcionalidad y sencillez. Los mismos que llenaron las calles de Moscú de edificios rectos y altos, de bloques de hormigón que parecían gigantes piezas de Tetris. ¿Puede que se de ahí de dónde viniese la inspiración de Alexei Pajitnov? Quien sabe. Yo, por lo pronto, voy a desempolvar mi vieja Game Boy y probar suerte a ver si paso del nivel 1. Sería un hito para mí.
Tetris para Android.
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