La autoobservación permite la entrada automática de más presencia en nuestras vidas.
Si nos centramos excesivamente en los objetivos futuros o en las metas,
quizá porque estemos buscando la felicidad o la realización, dejamos de
honrar el ahora y convertimos en prioritario lo periférico, intentando
llegar siempre a un lugar distinto de aquel donde estamos. Emplazando la felicidad continuamente a un tiempo inexistente.
La vida pierde así la cualidad vibrante, la frescura, lo maravilloso y
la mente crea una obsesión en la que el futuro sirve para escapar
continuamente, convirtiendo al presente en algo insatisfactorio. Entra,
por contra, en la puerta que conduce a la vida. Se llama el ahora.
Averigua si tienes algún problema en este momento y observarás que es
imposible tenerlo cuando tu atención está centrada en el momento. Tan
solo encontrarás una situación que tiene que ser afrontada o aceptada, eso sí. Pero ¿por qué convertirla en un problema?
Las dimensiones intemporales están acompañadas por otro tipo de conocimiento, un conocimiento que no mata
el espíritu que habita en cada criatura y en cada cosa. Un conocimiento
que no destruye la sacralidad y el misterio de la vida, sino que
muestra un profundo amor y reverencia por todo lo que es. Un
conocimiento del que la mente no sabe nada.
Rompe la vieja estructura de resistencia al momento
presente, de negación del presente. Convierte en práctica el hecho de
retirar la atención que prestas al pasado y al futuro cuando no sean
necesarios. Sal de la dimensión temporal lo más posible en tu vida
cotidiana.
Si te resulta difícil entrar directamente en el
ahora, comienza observando tu habitual tendencia mental a escapar de él.
Observarás que el futuro suele imaginarse como mejor o peor que el
presente. Si el futuro imaginario es mejor, te da esperanza o
expectativas placenteras. Si es peor, crea ansiedad. Ambas son
ilusorias.
La autoobservación permite la entrada automática de
más presencia en tu vida. En el momento de darte cuenta de que no estás
presente, estás presente. En cuanto eres capaz de observar tu mente, ya
no estás atrapado en ella. Ha entrado en juego otro factor que no es
mental: la presencia del testigo.
Mantente presente como observador de tu mente, de tus
pensamientos y emociones, así como de tus reacciones a las diversas
situaciones. Interésate al menos tanto por tus reacciones como por la
situación o persona que te hace reaccionar.
Nota también cuántas veces tu atención se va al
pasado o al futuro. No juzgues ni analices lo que observas. Contempla
el pensamiento, siente la emoción, observa la reacción. No las
conviertas en un problema personal. Entonces sentirás algo más poderoso
que cualquiera de las cosas observadas: la presencia misma, serena y
observante, que está detrás de tus contenidos mentales; el observador
silencioso.
Se necesita una intensa presencia cuando ciertas
situaciones provocan una reacción muy cargada de emoción, como cuando tu
auto-imagen se ve amenazada, cuando te topas con un desafío existencial
que te da miedo, cuando las cosas van mal o surge un complejo emocional del pasado. En todos estos casos, tiendes a volverte inconsciente. La reacción o la emoción se apodera de ti: te conviertes
en ella. Eres el actor que la representa. Te justificas, acusas al
otro, atacas, te defiendes… pero no eres tú: es una pauta reactiva, es
la mente en su modalidad habitual de supervivencia.
La identificación con la mente da a ésta más energía;
la observación de la mente le quita fuerzas. La identificación con la
mente crea más tiempo; la observación de la mente te abre a las
dimensiones intemporales. La energía retirada de la mente se convierte
en presencia. Si puedes sentir lo que significa estar presente, resulta
mucho más fácil elegir salir de la dimensión temporal -cuando no
necesitas el tiempo por motivos prácticos- y entrar profundamente en el
ahora.
Esto no reduce tu capacidad de usar el tiempo -pasado
o futuro- cuando tienes que referirte a él por alguna causa concreta.
Tampoco reduce tu capacidad de usar tu mente; de hecho, la aumenta.
Cuando utilices la mente, ésta será más aguda, estará más enfocada.
El principal foco de atención de la persona iluminada
está siempre en el ahora, aunque sigue manteniendo una conciencia
periférica del tiempo. En otras palabras: continúa usando el tiempo del
reloj, pero es libre del tiempo psicológico.
A medida que uno crece, va formándose una imagen mental de sí mismo basada en su condicionamiento personal y cultural. A este yo fantasma lo llamamos ego. El ego es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el pensamiento constante. El término ego tiene distinto significado según se trate de una persona u otra, pero cuando lo uso aquí me refiero al falso yo, creado por una identificación inconsciente con la mente.
Para el ego, el momento presente apenas existe. Sólo
considera importantes el pasado y el futuro. Esta inversión total de la
verdad explica por qué, en la modalidad ego, la mente es tan
disfuncional. Siempre está tratando de mantener el pasado vivo, porque
¿quién serías sin él? Y se proyecta constantemente hacia el futuro para
asegurarse la supervivencia y buscar en él una sensación de liberación o
satisfacción. Dice: Algún día, cuando haya ocurrido esto, lo otro o lo de más allá, estaré bien, en paz, seré feliz.
Incluso cuando parece que el ego está en el presente,
no ve el presente: lo percibe equivocadamente porque lo mira con los
ojos del pasado. O reduce el presente a ser un medio para un fin, un fin
que siempre reside en el futuro proyectado por la mente. Observa tu
mente y comprobarás que funciona así.
El momento presente contiene la clave de la
liberación, pero no puedes encontrar el momento presente mientras seas
tu mente. Alcanzar la iluminación significa elevarse por encima del
pensamiento. En el estado de iluminación sigues usando la mente cuando
la necesitas, pero de un modo mucho más enfocado y eficaz que antes. La
empleas principalmente con fines prácticos, pero eres libre del diálogo
interno involuntario, y vives en la quietud interior.
Cuando empleas la mente, y en particular cuando
necesitas dar una solución creativa a algo, vas oscilando cada pocos
minutos entre la mente y la quietud, entre la mente y la no-mente. La
no-mente es conciencia sin pensamiento. Sólo la no-mente permite pensar
creativamente, porque da al pensamiento un poder real. El pensamiento
por sí solo, desconectado del vasto campo de la conciencia, se convierte
rápidamente en algo estéril, insano, destructivo.
Abandona el Tiempo Psicológico
Aprende a usar el tiempo en los aspectos prácticos de tu vida (podemos denominarlo el tiempo del reloj),
pero regresa inmediatamente a la conciencia del presente cuando esos
asuntos prácticos estén resueltos. Así no habrá una acumulación de tiempo psicológico, que es la identificación con el pasado y la continua proyección compulsiva hacia el futuro.
Si te marcas un objetivo y avanzas hacia él, estás
usando el tiempo del reloj. Eres consciente de adonde quieres ir, pero
valoras y das la máxima atención al paso que estás dando en este
momento. Si te centras excesivamente en el objetivo, quizá porque estás
buscando la felicidad, la realización, o completar tu sentido de
identidad, dejas de honrar el ahora. Entonces se queda reducido a un
simple paso intermedio sin valor intrínseco que te permite acceder al
futuro. El tiempo del reloj se convierte en tiempo psicológico. Tu
camino de vida deja de ser una aventura y se reduce a una necesidad
obsesiva de llegar, de alcanzar, de lograrlo.
Dejas de mirar y
de oler las flores que están a los lados del camino y dejas de
interesarte por la belleza y el milagro de la vida que se desarrolla a
tu alrededor cuando estás presente en el ahora.
¿Estás siempre tratando de llegar a otro lugar
distinto de donde estás? ¿Son la mayoría de tus acciones sólo un medio
para conseguir un fin? ¿Pospones siempre la satisfacción o la reduces a
breves placeres como el sexo, la comida, la bebida, las drogas o las
emociones intensas y la excitación? ¿Estás siempre centrado en
conseguir, alcanzar y llegar a ser, o, alternativamente, estás siempre
buscando una nueva emoción o placer?
¿Crees que si adquieres más cosas
te sentirás más realizado, serás lo suficientemente bueno o estarás
psicológicamente completo? ¿Esperas que un hombre o una mujer dé sentido
a tu vida?
En el estado de conciencia normal, es decir, no
iluminado, el poder y el infinito potencial creativo que residen en el
ahora quedan totalmente oscurecidos por el tiempo psicológico. Tu vida
pierde la cualidad vibrante, la frescura, la maravilla. Las viejas
pautas de pensamiento, emoción, conducta, reacción y deseo se expresan
en acciones absolutamente repetitivas; son un guión mental que te da una
especie de identidad, pero distorsiona o encubre la realidad del ahora.
A continuación la mente crea una obsesión en la que el futuro sirve
para escapar de un presente insatisfactorio.
Lo que percibes como futuro es parte intrínseca de tu
estado de conciencia ahora. Si tu mente lleva una pesada carga del
pasado, experimentarás más de lo mismo. El pasado se perpetúa a sí mismo
por la falta de presencia. La calidad de tu conciencia en este momento
es lo que conforma el futuro, que, por supuesto, sólo puede ser
experimentado como el ahora.
Y si la calidad de tu conciencia en este momento es
lo que determina el futuro, ¿qué determina la calidad de tu conciencia?
El grado de presencia que tengas. Por tanto, el único lugar donde puede
ocurrir el verdadero cambio y donde puede disolverse el pasado es el
ahora.
Quizá te cueste reconocer que el tiempo es la causa
de tus sufrimientos y de tus problemas. Crees que están causados por
situaciones específicas de tu vida, y desde el punto de vista
convencional eso es verdad. Pero hasta que no enfrentas la disfunción
fundamental de la mente -su apego al pasado y al futuro y su negación
del ahora- en realidad los problemas son intercambiables.
Si hoy desaparecieran milagrosamente de tu vida todas
las causas de sufrimiento o infelicidad, pero no estuvieras más
presente, más consciente, pronto te encontrarías con una serie de
problemas similares, como una sombra que sigue tus pasos. En último
término sólo hay un problema: la mente ligada al tiempo. En el tiempo no
hay salvación. No puedes ser libre en el futuro. La presencia es la
llave de la libertad, de modo que sólo puedes ser libre ahora.
Encuentra la Vida Subyacente en tu Situación de Vida
En lugar de hablar de tu «vida» deberías ser más preciso y hablar de tu situación de vida,
que está hecha de tiempo psicológico: pasado y futuro. Ciertas cosas
del pasado no fueron como deseabas. Aún sigues resistiéndote a lo
ocurrido en el pasado, y ahora te estás resistiendo a lo que es. Lo que
te hace seguir adelante es la esperanza, pero la esperanza hace que
estés enfocado en el futuro, y ese enfoque permanente perpetúa tu
negación del ahora y, por tanto, tu infelicidad.
Olvídate de tu situación de vida durante un tiempo y
presta atención a tu vida. Tu situación de vida existe en el tiempo. Tu
vida es ahora. Tu situación de vida es un asunto mental. Tu vida es real.
Encuentra la puerta estrecha que conduce a la vida.
Se llama el ahora. Reduce el ámbito de tu vida a este momento. Tu
situación de vida puede estar llena de problemas -como lo están la
mayoría de ellas-, pero averigua si tienes algún problema en este
momento. No mañana, ni dentro de diez minutos, sino ahora.
¿Tienes un
problema ahora?
Cuando estás lleno de problemas no hay espacio para
que pueda entrar nada nuevo, no hay lugar para una solución. Por eso,
cuando puedas, date espacio, crea el espacio que te permita encontrar la
corriente de vida que subyace a tu situación de vida.
Emplea tus sentidos plenamente. Trata de estar donde
estás. Mira a tu alrededor. Simplemente mira, sin interpretar. Observa
la luz, las formas, los colores, las texturas. Sé consciente
de la presencia silenciosa de cada cosa. Sé consciente del espacio que
permite que cada cosa sea.
Escucha los sonidos; no los juzgues. Escucha el
silencio debajo de los sonidos. Toca algo, cualquier cosa, y siente y
reconoce su Ser. Observa el ritmo de tu respiración; siente cómo fluye
el aire dentro y fuera, siente la energía de vida dentro de tu cuerpo.
Permite que todo sea, tanto dentro como fuera. Permite y reconoce la cualidad de las cosas. Entra profundamente en el ahora.
Estás dejando atrás el mundo mortecino de la
abstracción mental, del tiempo. Estás saliendo de la mente alocada que
agota tu energía de vida, del mismo modo que está envenenando y
destruyendo la Tierra. Estás despertando del sueño del tiempo al
presente.
Todos los Problemas son Ilusiones Mentales
Centra tu atención en el ahora y dime qué problema
tienes en este momento. No me estás dando ninguna respuesta porque es
imposible tener un problema cuando tu atención está plenamente en el
ahora. Hay una situación que tiene que ser afrontada o aceptada, eso sí.
Pero ¿por qué convertirla en un problema?
Inconscientemente, a la mente le encantan los problemas porque te dan cierta identidad. Es algo normal; y es una locura. Tener un problema
significa dar vueltas mentalmente a una situación sin tener verdadera
intención o posibilidad de hacer algo respecto ahora. Inconscientemente
estás haciendo del problema parte de tu identidad. Acabas sintiéndote
tan agobiado por tu situación de vida que pierdes la sensación de la
vida, del Ser. O llevas en tu mente la pesada carga de un centenar de
cosas que tendrás que hacer en el futuro, en lugar de centrar tu
atención en lo único que puedes hacer ahora.
Cuando creas un problema, creas dolor. Basta con
hacer una simple elección, con tomar una simple decisión: pase lo que
pase, no generaré más dolor para mí mismo. No me crearé más problemas.
Aunque es una elección simple, también es muy
radical. No podrás tomar esa decisión a menos que estés realmente muy
harto de sufrir y consideres que ya has tenido suficiente. Pero tampoco
podrás mantenerla a menos que hayas accedido al. poder del ahora. Si no
generas más dolor para ti mismo, tampoco lo generarás para los demás. Y
tampoco contaminarás la hermosa Tierra, tu espacio interno, ni el
psiquismo colectivo con la negatividad de los problemas.
Si surge una situación que tienes que afrontar ahora,
la acción surgida de tu conciencia del momento presente será clara e
incisiva. También es más probable que sea efectiva. No será una reacción
surgida de tu condicionamiento mental previo, sino una respuesta
intuitiva a la situación. En ciertos casos en los que la mente ligada al
tiempo reaccionaría, te parecerá más eficaz no hacer nada y simplemente
permanecerás centrado en el ahora.
La Alegría de Ser
Para notar si te has dejado atrapar por el tiempo
psicológico, puedes usar un criterio muy simple. Pregúntate, ¿Hay
alegría, fluidez y ligereza en lo que estoy haciendo? Si no la hay, es
que el tiempo encubre el momento presente y percibes la vida como una
carga o como un esfuerzo.
Si no hay alegría, fluidez o ligereza en lo que
haces, eso no significa necesariamente que tengas que cambiar lo que
haces. A veces, simplemente, basta con cambiar la manera de hacerlo. El cómo siempre es más importante que el qué.
Trata de conceder mucha más atención a lo que haces que al resultado
que esperas obtener. Centra toda tu atención en lo que el momento te
ofrezca. Esto implica aceptar plenamente lo que es, porque no puedes
conceder toda tu atención a algo y al mismo tiempo resistirte a ello.
En cuanto honras el momento presente, toda
infelicidad y esfuerzo se disuelven, y la vida empieza a fluir con
alegría y suavidad. Si tus actos surgen de la conciencia del momento
presente, cualquier cosa que hagas, hasta la acción más simple, quedará
impregnada de calidad, cuidado y amor.
No te preocupes por el fruto de tus acciones:
mantente atento a la acción misma. El fruto ya vendrá cuando
corresponda. Ésta es una práctica espiritual muy poderosa. Cuando cesa
el esfuerzo compulsivo por alejarse del ahora, la alegría de Ser fluye
en todo lo que haces. En cuanto tu atención se orienta hacia el ahora,
sientes una presencia, una quietud, una paz. Ya no dependes del futuro
para conseguir la satisfacción o la realización; no buscas en él la
salvación. Por tanto, no te apegas a los resultados. Ni el éxito ni el
fracaso pueden cambiar el estado de tu Ser interno. Has encontrado la
vida subyacente en tu situación de vida.
En ausencia del tiempo psicológico, tu sentido de
identidad procede del Ser, no de tu pasado personal. Y así la necesidad
psicológica de convertirte en algo distinto de lo que eres deja de
presionar. En el mundo, en lo relativo a tu situación de vida, puedes
hacerte rico, adquirir conocimientos, tener éxito, liberarte de esto o
de aquello, pero en las dimensiones profundas del Ser ya eres completo y
total ahora.
Cuando cada célula de tu cuerpo esté tan presente que
vibre de vida, y cuando puedas sentir esa vida en cada momento como la
alegría de Ser, entonces puedes decir que te has liberado del tiempo.
El Estado Intemporal de Conciencia
Liberarse del tiempo es liberarse de la necesidad
psicológica del pasado para tener una identidad; y del futuro, para
hallar la realización. Representa la transformación de conciencia más
profunda que se pueda imaginar.
Cuando has obtenido los primeros atisbos del estado
intemporal de conciencia, empieza un ir y venir entre la dimensión
temporal y la presencia. Empiezas por darte cuenta de que tu conciencia
raras veces está verdaderamente en el ahora. Pero saber que no estás
presente es ya un gran éxito: ese saber es presencia, aunque al
principio sólo dure unos segundos de reloj antes de que vuelvas a
perderla.
A continuación, y cada vez con más frecuencia, eliges
enfocar la conciencia en el momento presente más que en el pasado o en
el futuro, y al darte cuenta de que has perdido el ahora, eres capaz de
permanecer en él no sólo un par de segundos, sino periodos más largos,
tal como se perciben desde la perspectiva externa del tiempo del reloj.
Así, antes de establecerte firmemente en el estado de
presencia, es decir, antes de poder ser plenamente consciente, pasas un
tiempo yendo y viniendo entre la conciencia y la inconsciencia, entre
el estado de presencia y el estado de identificación con la mente.
Pierdes el ahora y vuelves a él, una y otra vez, hasta que finalmente la
presencia se convierte en tu estado predominante.
Eckhart Tolle: El Poder del Ahora (Gaia, 2001)
Fuente: espinoso
Fuente: http://elnuevodespertar.wordpress.com/2012/04/15/accede-al-poder-del-ahora/
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